Una rutina simple y segura se había adueñado de su vida cotidiana, algo que les era bastante ajeno a los dos había ocurrido. Rui casi había olvidado cómo era no estar en un lugar rodeado de personas que lo matarían en la primera instancia de conocer su verdadera identidad.
Aunque aún tenían que ocultar sus verdaderas identidades con alias preparados, la Fuerza de Vigilancia de la Trinchera no requería que los Artistas Marciales se registrasen con sus identidades, a cada Artista Marcial se le daba un código, y sus evaluaciones, turnos de entrenamiento y viviendas estaban todos registrados a ese código.
Era un sistema que permitía mantener el anonimato a todos los Escuderos Marciales, que era como la mayoría de los Artistas Marciales lo preferían. Había mantenido su máscara puesta la mayor parte del tiempo, no tenía la intención de revelar su apariencia tan libremente incluso si había cambiado su cabello y ojos a plata.