Después de más de una semana, los dos finalmente habían llegado a su destino. El Valle Atronador podía verse en la distancia.
Lo que vieron los dejó sin palabras.
Un cielo oscuro. Uno que casi encarnaba el concepto de la noche.
Un valle aún más oscuro. Era el abismo de los abismos.
Sin embargo, eran las múltiples líneas de luz cegadora conectando uno con otro lo que realmente los hizo quedar en silencio estupefactos.
Era tal visión surrealista que hipnotizaba a quienes la presenciaban. Los incontables destellos de luz eran brillantes, capaces de iluminar toda la extensión del valle incluso mejor que el sol. Rui apenas podía imaginar la inmensa cantidad de corriente fluyendo a través de cada rayo. ¡La sumatoria total del poder dentro del valle era tan grande que probablemente vaporizaría a cualquier Escudero Marcial en el continente!
Era una visión mágica.