Familia

Lashara suspiró al levantarse por la mañana. El amanecer apenas había roto el velo de la oscuridad, anunciando un nuevo día. Las mañanas solían alegrarla, pero en estos días, solo la deprimían.

No era la única.

Una melancolía había envuelto a todo el Orfanato Quarrier. Un tono de tristeza había ocupado la vida diaria de todos, para su consternación. No ayudaba que el invierno estuviera en camino, tampoco. Significaba días fríos y oscuros por una temporada entera.

Por supuesto, el orfanato estaba mucho mejor financieramente en estos días. Rui y Julián habían apoyado mucho al orfanato económicamente, nutriéndolo y permitiéndole expandirse y acoger a más niños.

Era mucho más grande de lo que era hace apenas una década por esta razón.

Esto era una gran bendición y una que ella ni siquiera había soñado antes. Debería haber estado feliz, y lo había estado.

Eso fue hasta hace poco.