A pesar de su perturbado estado de ánimo, Max era racional en su enfoque al asaltar el planeta Zika.
No entró precipitadamente en el planeta Zika lanzando hechizos, pues comprendía la importancia estratégica de no darle ninguna oportunidad a Ulrich de escapar.
Si actuaba por instinto y comenzaba a destruir edificios y establecimientos militares desde el principio, no podría encontrar a Ulrich, quien era más propenso a huir que a quedarse a luchar en su condición actual.
Una gran desventaja que enfrentaban los vampiros modernos en esta guerra era la limitación de no poder destruir planetas indiscriminadamente como podía hacerlo Drácula.
Destruir un planeta no era imposible para Max con la fuerza que tenía actualmente; sin embargo, no podía hacerlo cuando el planeta en cuestión albergaba millones de vampiros modernos esclavizados.