La sonrisa de Karyk envió un escalofrío por la columna del asesino. No pudo evitar sentir un presagio de temor al comprender el significado detrás de sus palabras.
—¡No puedes ir allí! ¡Ni siquiera el Señor de la Ciudad Celestial se atrevería! Hay una razón por la que ese lugar se llama La Tierra Prohibida. Nadie que haya entrado ahí ha regresado con vida. ¡Ni siquiera un General de la Capital se arriesgaría a ir allí! —exclamó el hombre, sus pensamientos congelados en el miedo.
La idea de aventurarse en el área prohibida del Imperio Elzeriano, conocida como la Tierra del Caos, lo llenaba de inquietud. No quería morir allí.
—Si piensas que seguirme allí te llevará a la muerte, ¿crees que rechazar mi oferta te llevará a la vida? Puedo matarte ahora mismo. ¿Qué es mejor? Una muerte segura en mis manos o la muerte potencial en la Tierra del Caos? —Karyk preguntó mientras salía del salón—. ¿Por qué no le preguntas a tu amigo qué habría elegido si hubiera tenido la oportunidad?