—Me aseguraré de enviarlos tras de ti —habló Karyk, su espada perforando el pecho del hombre.
A pesar de ser apuñalado, el hombre no mostró signos de miedo. Había soportado incontables puñaladas y torturas, habiendo sido entrenado desde niño para aceptar su invencibilidad como un Sangre Pura.
Sin embargo, sus expresiones comenzaron a cambiar al percibir que algo andaba mal. Sentía su fuerza vital disminuyendo rápidamente, como si una fuerza corruptora la devorara desde dentro.
—Tú... —pronunció, con una sensación de pánico apoderándose de él. Era la primera vez en su vida inmortal que sentía un miedo genuino por su propia supervivencia.
El pánico se apoderó de su rostro mientras luchaba contra el agarre de Karyk. Inicialmente, se había dejado restringir, queriendo demostrar la futilidad de intentar matarlo. Pero ahora, luchaba desesperadamente por su libertad.