—¿A propósito, cómo tú robando mis recuerdos? —preguntó la mujer, sorprendiendo a Karyk—. Me llevó algo de tiempo, pero finalmente recordé todo lo que hiciste aquel día. ¿Crees que confiaría en ti después de eso?
—¿Así que te estás vengando de mí por aquel día? —Karyk estaba sentado con la espalda apoyada contra una pared, mirando hacia la puerta en la distancia—. ¿Crees que no perderás si muero aquí?
—¿No eres tú el que está olvidando aquí? —la voz de la mujer respondió, todavía llena de esa calma inquietante—. No soy yo quien más va a perder aquí. He pasado siglos sellada aquí. Puedo pasar otros siglos más. Tú eres quien no tiene tiempo, no yo.
Mientras hablaba, ella tomó tranquilamente un sorbo de la copa de vino en su mano, como si no tuviera ninguna prisa. Ya podía entender que Karyk estaba en un lugar seguro por el momento ya que no escuchaba señales de batalla.