En un lugar desconocido, había una oscuridad absoluta. Era un espacio que parecía extenderse tan lejos como los ojos podían ver, sin fin a la vista.
A veces, parecía una prisión. En otras ocasiones, parecía el fin del universo. Sin embargo, en medio de la oscuridad, un par de ojos se abrían.
Los ojos estaban inyectados en sangre, pero contenían algo incomprensible dentro de ellos.
—¿Es este el comienzo? —Una voz desolada resonaba en el vacío sin fin antes de que los ojos se cerraran nuevamente.
El vacío infinito regresaba a su viejo silencio, pero algo era diferente esta vez.
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En otro lugar, una figura volaba alto en el cielo. Era un mundo diferente a todo lo que alguien había visto antes.
Incluso las nubes eran rojas, como si no estuvieran hechas de vapores de agua, sino de sangre.
La figura volaba a través de las nubes, las alas semejantes a las de un ángel en su espalda brillaban en la inquietante luz roja.