Una persona emergió del portal. En su espalda, había una ala que era más prominente. Pero le faltaba la otra ala, lo que le daba una apariencia extraña.
Tan pronto como sus pies tocaron la tierra, una onda se expandió con él en el centro.
Todo lo que tocaba la onda, se desintegraba en la nada.
Excepto por la Estatua del Arcángel, todo en esta ciudad fue destruido.
El joven, que solo tenía un ala, miró la tierra árida donde antes había una ciudad.
No importaba cuánto lo rechazara, su tío todavía lo obligaba a venir a esta tierra inferior.
—Puedes enviarme aquí, pero ¿pueden ellos impedirme hacer las cosas a mi manera?
Él se volvió a mirar la Estatua del Arcángel. La estatua no se había movido, pero él aún sentía que lo estaba observando.
—Qué estatua tan fea. No me gusta la expresión de tu cara.
Colocó su dedo en la alta estatua que era adorada por los Elzeiranos.
En sus ojos, esta era la estatua de lo Divino con la que podían contactar a los Arcángeles.