Los Ángeles habían pasado junto a los Generales No Muertos, quienes no podían regenerarse. Atravesaron la puerta que llevó a Karyk a los cuerpos reales de los Ángeles.
Aunque Karyk podía verlos pasar, no podía concentrar mucha atención en ellos. Su mente entera estaba consumida por un objetivo singular: devorar el universo.
Sabía que si se detenía ahora, sería un fracaso. Todo su arduo trabajo sería en vano. Además, podría incluso enfrentar represalias si perdía el control.
En su estado debilitado, no podía pasar por los Ángeles para regresar al universo. Quedarse aquí era un deseo de muerte, ya que los Ángeles estaban a punto de despertar sus cuerpos reales.
En esta situación, tenía sentido pensar en su propia seguridad. Sin embargo, a Karyk eso era lo que menos le importaba. La muerte era inevitable, especialmente para él. Aun si la muerte debía llegar, quería abrazarla en sus propios términos, no como un cobarde.