Las poderosas barreras energéticas de las naves resistían los ataques combinados de sus enemigos, y Nico tomaba notas muy cuidadosas para asegurarse de que cuando llegara el momento, tuvieran armas apropiadas capaces de enfrentar cualquier amenaza que se les presentara.
Hasta ahora, la capacidad de daño de las armas era impresionante, pero no al nivel de un Golpe Orbital o de un Conductor de Masa Acelerado por Distorsión.
Con esa información y las fluctuaciones de las barreras mientras eran atacadas, había determinado que las pequeñas naves en forma de disco no representaban una verdadera amenaza, pero la imponente catedral flotante podría presentar un obstáculo considerable.
Gran parte de eso era que los escudos que utilizaban eran muy extraños. No parecían provenir directamente de la fuente de energía de la nave, estaban alterados de alguna manera que ninguno de ellos había visto en toda su vida.
—Cazadora Khan, ¿alguna vez has visto una barrera como esa? —preguntó Max.