Max percibía la profunda diversión del Dios Miceloide al comenzar a comprender la situación planetaria en su conjunto.
Actualmente había tres conglomerados militares principales, con cincuenta conglomerados más pequeños de cada facción repartidos por el mundo en un patrón vagamente familiar.
Estaban bien espaciados y coincidían en su dispersión, lo que finalmente delataba la intención del despliegue. Era un tablero de Castillos, un juego de mesa tridimensional que había sido popular en su vida pasada.
Era un juego de estrategia, en el que tenías que preservar tus fuerzas externas para tener el poder de vencer a tus enemigos, pero no podías mover tu Castillo. Si perdías el Castillo, perdías el juego, y si perdías tus fuerzas externas, quedabas esencialmente indefenso.