No me gusta mucho decir adiós

—¿De verdad es el hermano del anterior Rey Dragón? —preguntó alguien.

—Sí. ¿Dónde encontraste su cadáver? —inquirió otro.

—¿Dama Augustina, me creería si le dijera que lo encontramos dentro de una cueva en esta isla flotante? —dijo Lux con cierta inseguridad.

El semielfo pudo sentir cómo gotas de sudor empezaban a formarse en su frente mientras el Administrador del Palacio de Cristal lo observaba con una mirada fija.

—¡E-Es verdad! Mi prometida encontró el cuerpo bien conservado de un dragón dorado en una cueva cuando buscaba tesoros en esta isla —respondió Lux. —De hecho, el cuerpo estaba tan bien conservado que la gente podría pensar que el dragón dorado simplemente estaba durmiendo. Pero, realmente estaba muerto cuando lo encontramos.

Dama Augustina podía decir que Lux no mentía. Ya que ese era el caso, lo que él decía tenía que ser verdad. Luego dirigió su atención al dracoliche antiguo, quien los miraba con arrogancia desde arriba.