—¡Desde el abrazo de la muerte, me levanto con fuego y hueso! —rugió el Dracoliche, y una Puerta Infernal se materializó como para responder a su llamado—. ¡Como Avernus, reclamo mi legítimo trono!
Las Puertas del Infierno se abrieron de par en par, vertiendo a los habitantes del Infierno que respondían a la llamada de su Maestro.
Los sabuesos infernales cargaron como los perros rabiosos que eran, dejando tras de sí rastros de llamas.
Los Caballeros del Infierno, montando Caballos Pesadilla similares al propio Diablo, cargaron con abandono temerario.
Los Revenants del Infierno volaron hacia sus enemigos, con alas ardientemente luminosas.
—¡Eran los monstruos del infierno y se asegurarían de que el mundo conociera de su existencia!
El Ogro de Sangre negro así como la Naga de Ojos Dorados cambiaron su atención hacia la marea entrante de Monstruos y se lanzaron hacia ellos.