—Supremo... —murmuró el Emperador Andreas mientras miraba al Semielfo cuyo nombre le había provocado noches de insomnio durante los últimos días.
Sus espías le habían informado sobre el alboroto ocurrido en el Reino de Fynn, y eso lo llenó de temor.
Por esta razón, convocó inmediatamente a una reunión de emergencia con sus ministros y asesores. Su objetivo era pensar cómo actuarían si el Medio Elfo ordenara al ejército del Reino de Fynn marchar hacia su imperio.
Ya no era ese niño débil que habían intimidado en el pasado.
El Medio Elfo era ahora alguien que podía moverse sin obstáculos por la tierra.
Ya sabían que una batalla contra Supremo era inútil, pero al verlo ahora, se dieron cuenta de que habían subestimado severamente su fuerza.
Tres Supremos, cientos de Santos y un Barco de Guerra Volador que era lo suficientemente grande para bloquear el sol y sumir su Ciudad Capital en la oscuridad.