—Gracias —aceptó Lux el té que le ofreció la joven y lo sostuvo con ambas manos.
Estaba cálido, y permitió que el Medio Elfo se sintiera muy vivo. Realmente pensó que estaba acabado después de ser golpeado por el ataque de Daniel.
Sin embargo, aún no estaba seguro de si estaba soñando, en el limbo, o atrapado dentro de una ilusión.
Simplemente no había manera de que pudiera regresar a la Tierra, y su situación actual lo hacía sentirse perdido.
Quizás, al ver lo perdido que estaba, la joven lo compadeció y lo invitó a su apartamento.
Como había sido culpa del perro de ella que el apuesto joven hombre tuviera amnesia, ella sentía que necesitaba ayudarlo de cualquier manera que pudiera.
Peanut, que no estaba consciente de lo que su Maestro estaba pensando, comía felizmente el alimento para perros en su plato.
—¿Recuerdas algo? —preguntó la joven—. ¿Quizás un apellido?
Lux sacudió la cabeza. —Puedes llamarme Lux. ¿Cómo debo dirigirme a ti?
—Puedes llamarme Lu... Lucy —dijo Lucy.