Dentro de la habitación, los respiros constantes de un joven dormido resonaban débilmente.
Aunque la habitación estaba tenuemente iluminada, Aurora podía ver a su amante claramente como si fuera de día.
Lo miró con cariño y apartó suavemente el cabello que se adhería a su rostro.
«Su cabello había crecido», pensó Aurora mientras acariciaba ligeramente el rostro de Lux. El Semielfo estaba en un sueño profundo, por lo que permanecía sin perturbarse por su toque amoroso.
Sentía un leve dolor en su corazón, sabiendo que su amante lucía muy cansado no por su acto de amor, sino por todo lo que había sucedido desde que había sido liberado del bloque de cristal.
La noticia de que sus amantes habían perdido los recuerdos de él fue un duro golpe del cual le fue difícil recuperarse.