Sonidos intensos y explosivos resonaban a través del reino divino del dominio del Adovcate.
Nial fue golpeado por los rayos divinos, perforando agujeros en la oscuridad y las escamas doradas que cubrían su cuerpo. No murió, ni tampoco sufrió lesiones letales.
No obstante, el resultado del ataque fue aterrador. Fue arrastrado por las secuelas de las explosiones y las orbes como balas que lo impactaron poco después de que los rayos divinos le golpearan.
Las orbes divinas destruyeron la mayor parte de las capas de escamas doradas en todo su torso superior antes de llegar a su piel desnuda. Nial retorció su cuerpo y usó la Lanza de Oscuridad Eterna para atravesarlas, finalmente destruyéndolas.
Desafortunadamente, eso no significaba que estaba ileso.
Una de las dos orbes divinas perforó su hombro izquierdo, cavando un profundo hoyo en él. Escupió sangre y se tambaleó de izquierda a derecha mientras el tremendo dolor llegaba a su cabeza.