Antes de sentir cualquier otra cosa, Lex se escuchó a sí mismo gemir. Poco a poco, la sensación le regresó y sintió que todo su cuerpo estaba increíblemente rígido. Al mismo tiempo, se sentía increíblemente hinchado, como si hubiera estado comiendo sin parar durante días.
Gimió de nuevo mientras llevaba lentamente sus manos a limpiar la arena de sus ojos.
—¿Qué diablos pasó? —logró murmurar al abrir los ojos y descubrir que su visión estaba borrosa. Estaba desorientado, con náuseas y le dolía muchísimo el cuello. Se sentía como si estuviera de vuelta en la universidad.
Lamentablemente, no obtuvo respuesta a su pregunta, por lo que solo pudo aguantar mientras su cuerpo se recuperaba.
Afortunadamente, su estado debilitado no duró mucho. En unos minutos su visión se aclaró y todas sus dolencias parecieron desvanecerse.
Se golpeó la mano contra el suelo para levantarse y, para su gran sorpresa, notó una capa de piel muy pálida y extremadamente transparente que la cubría.