El tiempo parecía ralentizarse, mientras todos tenían sus ojos fijos en la figura encapuchada de gris. Nada de su cuerpo real podía verse, pero la forma de su capucha indicaba una apariencia humanoide o Elven.
No hablaba con su voz, sino que emitía una extraña energía psíquica que picaba a quienquiera que tocara, mientras al mismo tiempo transmitía sus pensamientos. Por esa razón, todos en las cercanías escucharon todo lo que decía.
Lo más peculiar de él, a pesar del hecho de que era obviamente increíblemente poderoso, era que no irradiaba cultivo alguno. Era como si fuera un mero mortal. Pero aunque no tuviera cultivo, aparentemente, su cuerpo sí emitía un tipo de energía con la que Z estaba familiarizado. ¡Era energía divina, utilizada tanto por ángeles como por deidades!