Con la mirada de Ra fija en Lex, una presión cayó sobre la habitación y todo se quedó inmóvil. Esta presión no era como la del aura divina o el Poder del Dragón, los cuales Lex podría superar con pura fuerza de voluntad y determinación.
La habitación entera se congeló bajo su efecto, incluyendo a Fenrir y a las manos también. La única cosa que seguía funcionando era la mente de Lex – no podía siquiera canalizar su energía en ese momento. Lex no entró en pánico, pero era consciente del hecho de que estaba atrapado en una situación complicada.