Velma tomó un sorbo de su té. Normalmente prefería un poco de azúcar o miel en él, pero sintió que sería incómodo pedir algo de eso, así que suavemente volvió a colocar la taza.
—Tengo un amigo —comenzó—. Es un buen tipo. Leal y confiable. Un poco extraño a veces, pero, ¿quién no? Hace algún tiempo, él vino a mí y a unos pocos más pidiendo ayuda con una situación delicada. Aunque ahora parece que la situación está bajo control, no sé por qué, cuando escuché sobre sus problemas, no pude evitar pensar que si esto no se manejaba bien, que él podría terminar uniéndose a tu familia.
Aslan, quien había estado sonriendo dulcemente hasta entonces, de repente frunció el ceño. Su actitud ligera y fácil cambió de repente, y una cierta pesadez llenó la habitación.
—¿Cuál es la situación? —preguntó.