Lex reapareció dentro de una pequeña sala de conferencias en la Posada, donde estaban sentados dos humanos, un orco, un diablo y un ángel, charlando entre ellos. Originalmente, no había planeado tener una reunión con todos al mismo tiempo, pero las limitaciones de tiempo y algunos problemas logísticos hicieron que todos terminaran llegando cercanamente uno tras otro.
—Disculpen la tardanza —dijo Lex educadamente mientras tomaba asiento—. Espero que hayan tenido una charla agradable.
El orco miró a Lex y lo sondeó muy descaradamente con su sentido espiritual. Por lo que Lex sabía, eran una raza muy guerrera y carecían de sutileza, razón por la cual se necesitaba cierto nivel de fuerza para tener una discusión con ellos. De lo contrario, no te considerarían digno de siquiera tener una conversación.