Drama

—Debo decir, esta es una declaración de moda bastante atrevida —dijo Geeves mientras arreglaba la corbata de Lex, y dio un paso atrás para observar su última obra, aunque su diseño había sido según las exigencias de Lex.

El traje era una cosa de oscuridad, tejido con una tela que parecía absorber la luz a su alrededor, dejando un perturbador vacío a su paso. La negrura del traje no era simplemente un color, sino un abismo, un abismo desgarrador que insinuaba cosas indecibles acechando justo más allá de los bordes de la percepción.

La camisa debajo era tan negra como la noche más profunda, y la corbata, una estrecha franja de lo mismo, yacía sobre el pecho como una serpiente enroscada en malévola anticipación. Había una extraña, casi eldritica calidad en el traje, como si hubiera sido cosido no por manos mortales, sino por fuerzas que era mejor no nombrar, su mera presencia un susurro silencioso de venganza y locura.