No, espera, Lex se dio cuenta de repente de que no estaba proyectando el aura de un Señor Dao. Después de todo, la mayoría de las veces, el Posadero aparecía frente a los huéspedes sin ningún aura en absoluto, y había hecho lo mismo al aparecer frente a Ereboth.
—O mejor aún, ¿por qué no me das a todos tus huéspedes? —preguntó Ereboth.
El aura de Ereboth comenzó a elevarse rápidamente, al igual que su sonrisa se volvía cada vez más amplia. El tiempo pareció ralentizarse ante los ojos de Lex, y esta vez no fue porque la red del sistema hubiera ralentizado su percepción del tiempo. Más bien, eran sus propios instintos en acción.