Estaba esperando

Nux se despertó de un sueño profundo y reparador, sus sentidos gradualmente volviendo a él mientras despertaba lentamente. Sus ojos ni siquiera estaban completamente abiertos aún, pero pronto, una vista extremadamente encantadora capturó su atención.

Thyra, su amada esposa, yacía a su lado, sus facciones suavizadas en su profundo sueño. Su cabello se derramaba como una cascada de seda oscura sobre la almohada, y su piel brillaba con una suave radiantez. En ese momento, Nux no pudo evitar maravillarse de lo asombrosamente hermosa que era su esposa.

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Con delicadeza, extendió la mano para trazar la delicada curva de su mejilla con la yema de sus dedos, saboreando la intimidad del momento. Sus pestañas descansaban suavemente contra sus mejillas, y una sonrisa satisfecha adornaba sus labios. Aún estaba durmiendo, sin embargo, como si su cuerpo detectara el toque de Nux por sí solo y reaccionara a él.