—Señor Nux.
Mientras Nux descansaba en su habitación con Melia acostada en sus brazos, escuchó una voz.
—¿Darain?
Una mueca apareció en el rostro de Nux al reconocer la voz.
Melia, que estaba acostada junto a él, frunció el ceño y también comenzó a escuchar su conversación.
—Ellos están aquí.
—Darain habló, por su tono, parecía preocupado, a Nux, sin embargo, no le importó en absoluto, más bien, una gran sonrisa apareció en su rostro y,
—El plan de Amaya funcionó.
—Pero claro, ¿acaso dudabas de mí? —preguntó Amaya.
—Por supuesto que no. Confío en ti con los ojos cerrados.
—Mejor así —asintió satisfecha Amaya—. Deberías seguir todo lo que digo sin preguntar nada,
—Mhm, por supuesto, por supuesto —Nux asintió en acuerdo.
—Sí, los próximos cuatro turnos son míos —introdujo sigilosamente la solicitud que quería que se cumpliera Amaya, y Nux no pudo evitar reírse.
—Eso fue un intento romántico.