—¿Q-Qué me has hecho...? —preguntó Morwen con una mirada confusa en su rostro. Nux por su parte, estaba demasiado ocupado lidiando con el dolor en su cabeza que iba en aumento continuo y no respondió a su pregunta.
Al ser ignorada de esa manera, la ira de Morwen se disparó y gritó:
—¡Tú bastardo! ¿Qué hicis
Sin embargo, antes de que pudiera terminar siquiera su frase,
—¡AaaaaGGgGggHhhHHHhhhhHH!!!
El intenso dolor del Sello del Esclavo apareció y ella comenzó a gritar de agonía.
—Esto es malo... —murmuró Nux para sí mismo. Esta era la primera vez que utilizaba esta técnica, por lo que no conocía las consecuencias; ahora, sin embargo, parecían mucho peores de lo que inicialmente había pensado.
El dolor en su cabeza continuó aumentando; ahora tenía dificultades para mantener los ojos abiertos y su cuerpo se sentía irracionalmente pesado. Para lidiar con esto, Nux se sentó y cerró los ojos.
Luego, recordó su conversación con Ambrosia: