SleepDeprivedSloth

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[Sistema Supremo de Dios de Harén.]
Este era el Truco que recibió Nux Leander, el hombre que transmigró a un mundo de cultivo.
En un mundo de cultivo, este sistema de truco permitía a Nux saltarse el arduo proceso que lleva años, décadas o incluso siglos. Todo lo que Nux necesitaba eran sus encantadoras esposas.
Cuanto más fuerte es la esposa, más beneficios recibe.
—¿Qué? ¿Eres una Cultivadora de la Etapa Gran Maestro de 100 años? ¿Y llamas a esto Talento Incomparable? ¡Talento Incomparable mis narices! Tengo 18 y ya soy un Cultivador de la Etapa de Rey, ¡supérate perra!
Tan ridículo como ya era, el truco de Nux no terminaba ahí.
Talento de Cultivación, Fisonomías Especiales, Linajes, ¡su Sistema podía heredarlos todos!
¡Todo lo que tenía que hacer era seducir a mujeres fuertes!
Acompaña a Nux en su viaje mientras se promociona de un simple mortal, a juguete de una Noble Solitaria, y luego a Emperador del Imperio más fuerte del mundo.
¡Todo mientras se fortalece pasando tiempo con sus encantadoras esposas!
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No dejes de echar un vistazo a mi otra novela,
Sistema de Dios Vampiro Primordial.
Si quieres leer sobre venganza, guerra, sangre, gore, vampiros y el Retorno del Olvidado Imperio de Sangre...
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Portada generada por IA.
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Sistema Supremo de Dios de Harén

—¿Qué pasa? Pareces desanimada —preguntó Riona al ver a Amaya entrar en su habitación.


—Apenas gané mi batalla hoy —respondió Amaya con una expresión abatida en su rostro.


—Derrotaste a tu oponente en 2 minutos, Amaya.


—Me vi forzada a usar la Niebla Devoradora.


—¿Y? Es la habilidad con la que naciste, ¿por qué no usarla? —preguntó Riona. Sin embargo, Amaya sacudió la cabeza.


—Los oponentes a los que nos enfrentamos actualmente son Grandes Sabios promedio, nosotros, por otro lado, somos Grandes Sabios en su apogeo. Es una batalla que no debería ser muy difícil para nosotros en primer lugar, pero me vi obligada a usar mi carta más fuerte.


—Aún no hemos enfrentado a sus Élites. Creo que es una debilidad que los Clanes de Alto Nivel podrían aprovechar —dijo Amaya.


—No tienes que ser tan dura contigo misma, Amaya.


¿A quién le importa?