—Ya que te estoy haciendo un favor, espero que hagas lo mismo a cambio —habló Lyriana y Nux finalmente entendió de qué se trataba todo esto—. Necesitas mi ayuda —dijo él.
—Y tú necesitas la mía —respondió Lyriana.
Ella quería asegurarse de que Nux supiera el hecho de que no era el único que tenía buenas cartas consigo, no era un trato unilateral, y ambas partes se necesitaban mutuamente.
—Sí sí, entiendo.
Nux se rió entre dientes, le gustaba cómo se comportaba Lyriana.
—Entonces, ¿cómo puedo ayudarte, Señorita Lyriana? —preguntó él.
—Se trata de mi hija.
—¿Ariana?
—Es correcto —asintió Lyriana.
—Quiero que le enseñes sobre esta energía que usas en vez de Mana.
Nux levantó una ceja y continuó observando a Lyriana, sin embargo, al ver que ella lo miraba directamente a los ojos sin ninguna intención de retroceder, se dio cuenta de que hablaba en serio.
En un instante, Nux negó con la cabeza,
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué no? —Lyriana frunció el ceño.