Jiuyang y Di Yi

Todos los expertos se enfrentaron entre sí, y una gran batalla estaba a punto de estallar.

En ese momento, una voz resonó desde lejos.

—Di Yi, ¡tú y yo pelearemos!

—Buzzzzzz!

Una figura apareció frente a Lu Ming y enfrentó a Di Yi.

Era el Supremo Maestro de los nueve soles, Xia Jiuyang.

El cuerpo entero de Xia Jiuyang estaba bañado en llamas. Ardía como un sol.

—Xia Jiuyang, ¿quieres luchar conmigo? Jeje, aunque has alcanzado el reino real marcial, ¡aún estás lejos de poder luchar contra mí! —Di Yi sonrió indiferente.

—Di Yi, en el momento en que me mataste, no tuvimos nada que ver el uno con el otro. Te he pagado, pero tú no me has pagado. Debemos luchar. Si no luchamos hoy, ¡no tendremos oportunidad en el futuro! —dijo Xia Jiuyang.

—¿Sin más oportunidades en el futuro? Xia Jiuyang, conoces tus propios límites. ¡Sabes que morirás hoy! —Di Yi se burló.