—¿Por qué no? ¡Eso es justo lo que quiero!
Los ojos de Lu Ming estaban llenos de anticipación y un fuerte deseo de luchar.
El campo de batalla de los cien clanes era, en realidad, un terreno de entrenamiento para los genios de los diversos poderes clasificados como emperadores. ¿Cuántos genios se reunirían allí?
Lu Ming pudo sentir la sangre en su cuerpo empezar a hervir. Solo así era interesante. Solo enfrentándose con otros prodigios podía obligarse a avanzar rápidamente.
—¡Ming 'er, no te he juzgado mal! —El maestro del Valle del Dios Dragón sonrió, pero en el siguiente momento, su sonrisa desapareció. Su rostro se volvió serio mientras decía: