El Hijo divino cayó hacia atrás y escupió un bocado de sangre. Lu Ming dio un paso adelante y un enorme caldero apareció en su cuerpo. Agarró una de las patas del caldero y lo balanceó como un martillo, estrellándolo contra el Hijo divino.
La fuerza actual de Lu Ming era inmensa. Su cuerpo contenía las Leyes del Caos. Cada movimiento que hacía era tan pesado como una montaña. Cuando el caldero se estrellaba, la presión aterradora del viento fuerte dificultaba la respiración del Hijo divino.
El Hijo de Dios solo pudo levantar su espada para bloquear.
¡Clang!
El caldero se estrelló contra la espada del Hijo de Dios. La espada zumbó y él retrocedió nuevamente.
¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM!
Luego, Lu Ming levantó el caldero y lo estrelló hacia abajo como una tormenta, sin dar al Hijo divino ninguna oportunidad para tomar aliento.
Con un paso atrás, el Hijo de Dios se vio forzado a una posición desventajosa y solo pudo levantar su espada para bloquear.