—¿Sin suficiente entendimiento mutuo, si la persona a la que le proponen matrimonio no está lista en una propuesta tan elaborada, deberían aceptar o rechazar? —preguntó Peggy Lewis.
—Si aceptan, no están siendo fieles a sus sentimientos. Pero si no lo hacen, el proponente resulta herido. Y es aún peor si sucede frente a todos sus amigos y familiares, ya que podría dañar relaciones —continuó Peggy.
A veces, una persona puede no estar lista para el matrimonio, no porque no ame a su pareja, sino porque aún no está preparada.
De esta forma, hacer un esfuerzo tan grande pone presión sobre la parte que no desea casarse.
Mientras tanto, la parte que está dispuesta a casarse podría sentirse no amada por la otra.
Y así es como surgen los malentendidos.
—Sin embargo, si ambas partes han acordado de antemano y decidido casarse, ¿no sería redundante una propuesta después? —dijo Peggy.
Lyke Zhekova reflexionó sobre esto y lo encontró razonable.