—Tú, quédate en el Reino Demoníaco. Si vamos juntos, tendré que cuidarte. Si ese demonio te usa para amenazarme, ¿no me rendiré a él? —Maestro, puedes elegir sacrificarme si es necesario. —De todos modos, ella acababa de obtener una Tarjeta de Resurrección.
A lo sumo, él elegiría revivir.
No es gran cosa.
Al escuchar las palabras de Mo Ruyue, el rostro de Ming Sihan se ensombreció.
—¿Qué tonterías estás diciendo? —¿No tenía miedo a la muerte esa chica?
De hecho dijo tales palabras.
—No estoy hablando tonterías. Por el bien del futuro de todos, ¿qué tiene de malo sacrificar a una persona? —Mo Ruyue lo dijo como si fuera la cosa más natural del mundo.
—En el futuro, no puedes decir tales cosas. —Él elegiría sacrificar a cualquiera menos a Ruyue.
Sólo porque Ruyue tuviera esos pensamientos, él nunca la dejaría ir con él.
Ruyue era su debilidad y no quería que otros tomaran control de su debilidad.