Mo Ruyue estaba asustada por este movimiento repentino. Quería luchar, pero cuanto más luchaba, más fuerte se volvía el hombre.
Al final, solo pudo dejar de luchar.
—Maestro, ¿qué sucede? —Mo Ruyue preguntó.
Este tipo no dijo ni una palabra y enterró su cabeza en su cuello.
Tal comportamiento era más o menos de un gamberro.
—¿Saliste? —preguntó Ming Sihan sombríamente.
—Sí.
—¿Quién vino al Reino Demoníaco?
Parecía haber escuchado que alguien había llegado al Reino Demoníaco y estaba relacionado con Ruyue.
—Di Chenxiao, el Rey Lobo del Clan del Lobo del Norte —explicó Mo Ruyue.
—Ah cierto, ya he pedido al hermano mayor que le organice un lugar donde quedarse en el Reino Demoníaco.
Ming Sihan abrazó la pequeña cosa fragante y suave en sus brazos. No quería soltarla porque era demasiado cómodo sostenerla.
Ella esperaba poder seguir abrazándolo así.