No se puede volver atrás!

—¿Has vuelto? —susurró Mo Ruyue.

Tan pronto como terminó de hablar, Mo Ruyue fue envuelta en un cálido abrazo por una fuerza.

Sintiendo ese calor, sintió una inexplicable sensación de seguridad.

—¿Adónde fue? —Mo Ruyue cerró los ojos e inhaló la fragancia única del abrazo del hombre.

—A ningún lado —respondió Ming Sihan abrazó a Mo Ruyue fuertemente. Ella era tan pequeña y suave que quería frotarla en sus huesos. Quería llevar a su esposa consigo a dondequiera que fuera.

—Cariño, ¿cuándo iremos al Siete Santo Continente? ¿Cómo llego al Siete Santo Continente? —Mo Ruyue abrió sus ojos. De repente, ya no tenía sueño. Parecía tener una obsesión con el Siete Santo Continente y quería ir allí.

Ming Sihan apretó los labios. —Esperemos un poco más. Aún tenemos que ir a la Isla de Cristal de Colores.

—¿Isla de Cristal de Colores? ¿Dónde está ese lugar? —preguntó Mo Ruyue con curiosidad.

Esta era la primera vez que oía hablar de ese lugar.