—Es solo un sueño, de todos modos. ¿Puedes dejarme dormir contigo? —dijo Jiang Luoli mientras extendía la mano para desabotonarle la camisa. Como estaba borracha, le llevó mucho tiempo hacerlo.
—Tu ropa es muy difícil de quitarte, ¿puedes quitártela tú mismo? —se quejó de él descontenta.
Mo Shixiu estaba rígido como una roca.
Sin embargo, su cuerpo no lo estaba. Todo su cuerpo ardía como si una capa de fuego cubriera su piel.
Su respiración empezó a volverse inestable. Agarró la pequeña mano que se movía por su cuerpo y apretó los dientes. Su voz baja y ronca sonaba como si estuviera apretando los dientes. —Jiang Luoli, no estás soñando. ¿Sabes lo que estás haciendo?
—Si haces eso de nuevo, no puedo prometer qué va a pasar después.
—¿De verdad piensas que no te tocaré?
—Entonces no me prometas nada. —Jiang Luoli miró los músculos firmes y sexys en el pecho del hombre y luchó para liberarse de su agarre y se deslizó en su camisa como una anguila.