Capítulo 16: Alguien me ha retado a una competencia para preparar pupusas y no fue Seji-sensei, parte I

Capítulo 16 parte 1

A la mañana siguiente, desayuno rápidamente y sin quitarme la ropa con la que dormí inicio mi investigación.

Kibō y yo revisamos el almacén de la pupusería nuevamente para buscar alguna pista mientras Chie nos observa desde atrás.

— No convendría buscar huellas digitales ya que no tenemos las herramientas para eso, y tampoco podremos encontrar pistas ya que hemos limpiado aquí.

Kibō se acerca a la pared de fondo.

— Empecemos analizando estos rasguños de aquí.

— ¿Qué los habrá causado?

— Cualquiera puede tomar un cuchillo y hacerlo, pero no creo que alguien haría estos cortes sin un motivo.

No lo haría sin un motivo… ¡eso es!

— Seji-sensei oculta la receta de las pupusas tras esta pared, como puedes ver, intentó tapar el hecho de que la abrió a la fuerza.

Realmente no sé porque el ladrón entró y robo solamente la receta de las pupusas…

Tampoco sé por qué Seji-sensei la guarda detrás de la pared.

Activo mi habilidad del tercer ojo para sentir algo tras la pared, pero solamente siento dos cajas o algo así.

— No entiendo… ¿por qué no robó algo más valioso?

Kibō y yo pensamos en algún sospechoso, y ambos llegamos a la misma conclusión.

— ¡La chica repartidora!

No parece que ella sea la responsable, ni siquiera pudo haber hecho las pupusas, pero podría conducirnos al verdadero culpable.

— No sé tú, Rasec, pero ella se me hace muy sospechosa.

Se ve realmente sombría, seria y grosera…

Incluso podría poseer algún diamante invertido, pero no puedo sacar conclusiones así de rápido todavía.

— Tengo que encontrarla cueste lo que cueste, pero la nota que dejó no dice dónde trabaja, así que será un poco complicado.

— No vamos a avanzar si nos quedamos aquí parados, ¡vamos!

Kibō y yo nos vamos bastante decididos en búsqueda de esa extraña chica para poder dar con un tal mr. M.

Kibō y yo pensamos en preguntarle a nuestros amigos más cercanos para obtener información.

Nos acercamos a la apacible y bella casa de Miru-chan al ser la más cercana, toco la puerta y nos atiende.

— Buenos días, Uraseku-senpai. — me dice con una bella sonrisa en el rostro.

— ¡B-buenos d-días Miru-chan! — le respondo con una tímida sonrisa mientras tiro de mi camisa por el nerviosismo.

— Rasec, pregúntale lo que nos interesa saber.

— S-sí…

Me aclaro la garganta, Miru-chan se pone seria y sale de su casa.

— ¿Sabes qué es eso de "algo nuevo en la ciudad"?

— Algo nuevo en la ciudad.

Miru-chan se lleva la mano a la cabeza mientras piensa.

— ¿Tienes alguna idea de qué podría ser?

— Ummh… ¡ah! ¡¿no será que al fin vinieron esos peluches del gato siamés super suave al pueblo?!

Nos responde alegremente y con un gran brillo en sus ojos.

Kibō y yo quedamos paralizados por la respuesta.

— Ah, no… bueno, no lo sé…

— Ve al grano, Rasec, solo yo puedo leer tu mente. — me dice Kibō.

— B-bien, pues verás, hablo de algún restaurante nuevo o algo así.

Miru-chan parece tener una idea de lo que hablo.

— Bueno, mis compañeros de clase hablan mucho de un lugar así, pero yo nunca he ido y tampoco sé dónde está.

— Ya veo.

— Los chicos como Hiroki-kun suelen ir a lugares como ese, está lleno de chicos de su estilo, o algo así… podrías preguntarle a él.

— ¿Hiroki?

Mis ojos brillan al escucharlo.

Eso es, por lo que he oído es un lugar al que suelen ir las personas populares a la moda o como sea que se les diga a los mujeriegos esos del grupo de Hiroki y a las z****s esas que van tras chicos así.

— No lo había pensado, ¡eres muy lista, Miru-chan!

— ¡Vámonos, Rasec! — me dice Kibō mientras intenta tirar de mi camisa.

Miru-chan desconcertada me agradece por el cumplido.

— Bueno, nos vemos luego. — le digo para después irme.

— A-adiós…

¡Kibō y yo corremos rápidamente!… bueno, yo corro y el flota… ¡hacia la casa de Hiroki!

— ¡Rápido, Kibō! ¡necesitamos sacar más información de ese lugar!

Hasta que llegamos en veinticuatro segundos más o menos.

Toco la puerta y me atiende su madre.

— ¡Miren quién vino a visitar a mi pequeñín!

— H-hola, Sakamoto-san, me preguntaba si Hiroki estaba aquí. — le pregunto tímidamente.

— ¡Hijo, es tu amiguito Urensako! — le grita desde abajo.

¿Urensako? Supongo que no recuerda mi nombre.

— E-es Rasec…— le digo en voz baja.

— ¿Eh?

— No importa…

Sale Hiroki molesto, sale y cierra la puerta.

— Oye, al menos avisa que vienes para acá, tonto.

— ¿Escuchabas Miku otra vez? — le pregunto con una cara picarona.

— No abuses de mi confianza. — me dice molesto.

— Lo siento…

Hiroki finalmente se pone serio y da un suspiro para escuchar lo que le tengo que decir.

— ¿Qué quieres?

— Mira esta nota que nos llegó a Kibō y a mí junto con unas pupusas que no son de nuestra pupusería.

Hiroki lee la nota con seriedad y le hago énfasis en las últimas líneas.

— Algo nuevo en la ciudad y la firma mr. M. — dice Hiroki.

— ¿Conoces a alguien cuyo nombre empiece con esa letra?

Hiroki me regresa la nota y con un rostro inexpresivo me dice:

— ¿No han pensado en que quizás el viejo les está haciendo una broma?

Es una posibilidad… ¡pero por el bien de la investigación diré que no!

— Obvio que no, ¡Seji-sensei prepara las pupusas con amor, estas se ven secas, grises, desabridas y aburridas!

Hiroki me observa aún inexpresivo, luego suspira y comienza a darme nombres con la letra "M".

— Bueno, podrían ser Makoto, mi amigo Majima, la chica repartidora, el fontanero con el bigote raro…

— Espera. — le dice Kibō.

— ¿Conoces a la chica repartidora?

— Sí, se llama Midori y trabaja como repartidora en un restaurante de por aquí, ¿por qué?

Es ella…

— ¿Sabes dónde trabaja? — le pregunto.

Hiroki pone una cara de asco y nos pregunta:

— ¿Son acosadores o qué? La chica solo fue a dejar comida a la casa de Makoto el día que me quedé con él y se presentó para poder hacer futuros pedidos.

— Primero, no somos acosadores, segundo…

Kibō y yo le hacemos una reverencia perfecta de noventa grados.

— Muchas gracias por la información.

— ¡No era necesario hacer eso!

Nos ponemos de pie, y me despido de Hiroki para luego irme corriendo hacia la casa de Makoto.

— ¿Eso fue todo? — se pregunta Hiroki justo cuando nos fuimos.

Kibō y yo continuamos a toda velocidad para llegar a nuestro destino.

Capítulo 16 parte 2

Llegamos a la bella casa de Makoto en treinta y dos segundos más o menos.

Tocamos la puerta y él nos atiende.

— ¡Ah, Makoto… ah…!

— ¿Q-qué sucede? — responde incomodo.

¡Maldita sea, estoy muy cansado! No puedo dejar de jadear por eso.

— M-Makoto… ¿conoces a una tal… Midori que sea repartidora?

— Ah, s-sí, vino a dejar un pedido hace poco.

— ¿S-sabes dónde trabaja? — le pregunta Kibō.

Makoto se incomoda todavía más.

— ¿Son acosadores o algo así?

Me relajo un poco, me seco el sudor y le digo:

— ¡No! Son asuntos privados, solo dinos dónde trabaja.

— ¡N-no lo sé! Chisato fue quien pidió de ese lugar.

— ¿Podemos preguntarle? ¿está en casa?

— Sería raro si no estuviera aquí, pasa por favor.

Me quito los zapatos, subo las escaleras, toco la puerta de Chisato-chan y al ver que después de un rato no abre ni responde, Makoto abre su puerta.

Entro y le digo:

— ¡Chisato-chan! ¿eh?

Al abrir la puerta, la veo cortándole la cola a una lagartija.

— Hola…— nos dice.

Ahora Kibō y yo nos incomodamos…

— Solo querían saber de dónde pediste la comida a domicilio. — le dice Makoto.

Le muestro la bolsa en la que llevo la pupusa y la carta que me enviaron.

— Tengo esta muestra de comida y la carta que dice ser firmada por alguien de la competencia, me enviaron esta pupusa y temo que esté envenenada, me pregunto si podrías saber algo.

Le doy la pupusa, se sienta frente a la lagartija sin cola y le da un pequeño mordisco a la pupusa sin antes analizarla en búsqueda de veneno.

— ¡Ah!

— ¡Chisato-chan!

Makoto, Kibō y yo nos preocupamos, pero se nos pasa al ver su cara de satisfacción.

— Delicioso…— dice sonrojada, pero con su expresión seria de siempre.

— ¿N-no está envenenada? — le pregunto seriamente.

— No, es del restaurante que Neko-chan me dijo que no debía comprar nunca.

¿Le dijo que no comprara ahí y eso fue lo que hizo?

— ¿E-entonces no tiene nada de malo esa comida? — le pregunta Makoto.

Ella niega con la cabeza.

— ¿Y sabes qué restaurante es?

Chisato-chan niega con la cabeza y agrega:

— Pregúntale a Neko-chan, ahora si me disculpan, estoy ocupada, gracias por la comida.

Toma nuevamente el cuchillo y se acerca a la lagartija que está cortando.

Kibō aliviado me dice:

— Al parecer no estaba envenenada ni nada.

— ¿Crees que exageramos un poco?

Makoto ya más aliviado nos dice:

— Oigan, mejor salgamos de aquí o lo próximo que corte no será esa lagartija.

Que miedo vivir con alguien así…

Bueno, al menos con la prueba de sangre que me hizo sé que no podría estar más sano.

— B-bueno, gracias, Chisato-chan y Makoto.

— Bien…

— Sí.

Kibō y yo nos despedimos de Makoto para continuar nuestro camino a la casa de Neko-chan.

No está realmente lejos, pero nos tardamos cuarentaicinco segundos porque estoy cansado.

Al llegar a su casa y tocar la puerta me responde alguien que no esperaba.

Me abre la puerta un hombre adulto de cabello negro, gafas y una mirada penetrante.

— B-buenas… ¿e-está Neko-chan?

— ¿Tu eres el tipo del que mi hija siempre habla? — me responde de forma seria.

— C-creo…

— Siempre andas con esa cosa flotante, debes ser él, pasa.

— ¿Cosa flotante? — dice Kibō.

Algo preocupado entro a su casa para luego ver que cierra la puerta.

— Así que, ¿vienes por mi hija?

— B-bueno, quería preguntarle algo…

Me pone contra la pared y con una mirada amenazante me pregunta:

— ¿Así que vienes por ella? Entonces dime, ¿qué quieres? ¿qué edad tienes? ¡¿cuáles son tus intenciones con mi hija?! ¡¿qué hacen en esa tal pupusería?! ¡¿por qué tu presencia me molesta?!

Por cada pregunta que me hacía iba aumentando su tono de voz.

¡Me voy a hacer en los pantalones!

— ¡Y-yo…!

Temblando de miedo le respondo con los ojos cerrados:

— ¡Soy Rasec Nerfe Zaid Sador, vengo a preguntarle algo a Sumire-san, tengo dieciséis años, no tengo malas intenciones, en la pupusería hacemos pupusas y no sé por qué le resulta molesta mi presencia!

Kibō se ríe mientras el padre Neko-chan me mira con más duda.

— Eh… umh… eh…

¡Qué miedo, Neko-chan!

— ¡Papá!

Esa dulce voz…

— ¡Hija!

— ¡Déjalo, no viene por lo que tú crees!

Le respondió con firmeza y su padre me suelta.

— E-está bien, lo lamento, Urasekunerufe-san… eh, ¿tienes tres apellidos o porque tu nombre es tan largo?

Sería complicado explicárselo ahora.

— Vamos, senpai. — me dice Neko-chan…

Junto con Kibō vamos afuera y él me dice:

— Si hubieras tomado agua antes de salir de seguro te orinabas.

— ¡Cállate, Kibō!

Pero no dijo ninguna mentira…

Ya estando afuera, le agradezco a Neko-chan el que nos haya librado de ese problema.

— ¡Jiji, no fue nada, senpai! Entonces, ¿a qué vienes? ¡Ah!

Los ojos de Neko-chan brillan y ella se sonroja.

— ¡¿O será que vienes por lo que mi papá cree que vienes?!

— ¿Eh? Si tu papá piensa que vengo para obtener información del restaurante nuevo entonces sí.

Kibō le muestra la nota que me dejaron y le dice:

— Le recomendaste a Chisato un restaurante el otro día, dinos cual es.

Neko-chan hace un puchero molesta.

— ¿Recomendar? ¡se lo mencioné para que nunca compre ahí!

— Tiene algo de malo ese lugar.

Neko-chan nos responde haciendo más pucheros:

— ¡Todos van ahí porque tiene una pista disco y música para jóvenes, además de tener comidas muy raras pero sabrosas!

Por cada punto que daba iba aumentando su tono de voz.

Algo tenía que sacar del padre…

— Y-yo pregunté si ese lugar tenía algo de malo.

Kibō se guarda la nota y le pregunta:

— ¿Cómo sabes de ese lugar?

—Dinos donde es.

Neko-chan aún algo exaltada me pregunta:

— ¡¿Uraseku Zeido, te irás a la competencia?!

— Tengo que hacerlo, ¡por el bien de la investigación!

¡Le respondí mientras hago mi jojo pose!

Ella se relaja un poco al verme así.

— Mira que eres raro, pero así te quiero…

Camina un poco hacia el frente y nos señala con su dedo a unos locales cerca del río.

— Es el local que está al final de la calle que da hacia el río.

Deja de señalar, se acerca a nosotros y nos pregunta:

— ¿Seguros que quieren ir ahí? Creí que les iba más el rock.

Kibō se pone frente a ella muy exaltado y le dice:

— ¡No interfieras con los asuntos de la sociedad investigativa de la esperanza!

— O-okey…

Tomo a Kibō y lo pongo en mi hombro.

— Muchas gracias por la información, Neko-chan.

— Bueno, ¡espero verte en mis conciertos en el bar, senpai!

— Ahí estaré, vámonos, Kibō.

Luego de despedirme de ella, Kibō y yo continuamos nuestro camino.

Realmente está un poco lejos por lo que tardaremos un poco en llegar.

Sin embargo, creo tener mis sospechas de quienes podrían ser los responsables, y con suerte podré averiguar si algún portador de un diamante invertido está detrás de todo esto.