El refugio ofrecía un respiro momentáneo, pero el aire estaba cargado de tensión. Todos en la sala parecían estar sumidos en sus propios pensamientos, tratando de procesar la locura que se desarrollaba afuera.
"¿Saben algo de lo que está pasando afuera? ¿Alguna noticia, alguna pista?" preguntó la profesora Ana, cruzándose de brazos.
Alexander intercambió una mirada con Jake antes de responder. "No tenemos una explicación clara, pero lo que sea que esté ocurriendo, no es natural. No son solo criaturas desconocidas… es como si el mundo hubiera cambiado por completo."
El director Hubert resopló. "¿Eso qué significa? ¿Que estamos condenados?"
"No lo sabemos aún" intervino Jake. "Pero si seguimos aquí sin un plan, sí que lo estaremos."
Las palabras de Jake dejaron un silencio incómodo en la sala. Algunos estudiantes evitaron su mirada, otros parecían al borde del pánico.
Una de las chicas, de cabello castaño y expresión inquieta, rompió el silencio. "¿Y si esto es solo temporal? Tal vez el ejército venga a rescatarnos."
"O tal vez ya no quede un ejército…" murmuró Alexander, casi sin querer.
La idea caló hondo en los presentes. La profesora Ana frunció el ceño, como si tratara de encontrar la mejor manera de apaciguar el miedo colectivo.
"Por ahora, lo importante es mantener la calma y organizarnos. No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí ni qué recursos tenemos."
"No es solo eso…" dijo uno de los chicos más jóvenes. "Hace rato escuché algo afuera. Como… como si algo nos estuviera rodeando."
"¿Qué?" exclamó Jake, poniéndose de pie. "¿Estás seguro?"
El chico asintió, visiblemente asustado. "Era un ruido extraño. No como pasos, más bien como… un rasguño constante."
Alexander y Jake se acercaron a la ventana más cercana, pero la oscuridad exterior era impenetrable. Aun así, la sensación de que algo acechaba en la noche era casi tangible.
"Pensándolo bien, puede ser cierto..." susurró Alexander.
Mientras llegaban, pese a la tranquilidad con la que transcurrieron el camino hasta ahora, no dejaban de sentir una presencia ociosa observarlos, sin embargo no era más que una incómoda sensación que tenía Alex.
Pero parecía ser real.
"No podemos quedarnos aquí sin hacer nada" dijo Alexander en voz baja. "Si algo está ahí afuera, necesitamos saber que hacer, defendernos de eso."
El director Hubert negó con la cabeza. "¡Eso es una locura! Salir ahora sería suicida."
"No estoy diciendo que salgamos sin más, pero si nos quedamos ciegos, tarde o temprano estaremos en peligro." insistió Alexander.
La profesora Ana suspiró, consciente de que la situación era insostenible. "Si realmente hay algo ahí afuera, entonces debemos reforzar este lugar. Asegurarnos de que nadie pueda entrar."
"Podríamos bloquear la puerta con los escritorios" sugirió Jake. "Tal vez mover algunos estantes hacia las ventanas también."
El grupo comenzó a movilizarse, algunos con más convicción que otros. Mientras empujaban muebles para reforzar las entradas, un sonido rompió el silencio: un golpe sordo en la puerta principal.
Todos se congelaron. El golpe se repitió, esta vez más fuerte.
"No puede ser…" susurró una de las chicas.
"¡Silencio!" ordenó la profesora Ana.
El golpe resonó una tercera vez, acompañado de un gruñido bajo y gutural. Alexander sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No era humano.
Jake se acercó a la profesora Ana y susurró: "Si esto se pone peor, tendremos que hacer algo. No podemos simplemente esperar."
Ella asintió con una expresión sombría. "Lo sé. Pero no podemos entrar en pánico."
El silencio se hizo más pesado y Alexander miró a Jake irónicamente antes de hablar. "Pensé que me iba a morir antes de poder usarlo" le dijo el chico mientras sostenía algo entre sus manos.
Un hacha.
"Eso fue lo que recogimos antes de venir aquí, cierto?" dijo Jake, recordando cuando su amigo la agarró aquel momento antes de salir del parqueadero.
El golpe en la puerta se repitió, seguido de un sonido de arañazos en la madera. Todos se miraron entre sí, conteniendo la respiración.
"¿Y si no solo están afuera?" susurró uno de los chicos más jóvenes, con el rostro desencajado.
Alexander sintió un nudo en el estómago. El chico tenía razón. ¿Qué garantía tenían de que alguno de esos monstruos no estaba con ellos? La universidad era muy amplia.
De hecho, la sala de profesores no era la única sala en el piso, habían más y estaban conectadas entre sí por una puerta, al ser una universidad grande, no iba a haber una sola sala de profesores.
"Tenemos que revisar este lugar, Jake." dijo Alexander en voz baja. "Si hay algo dentro, mejor saberlo ahora."
Jake asintió. "De acuerdo. Vamos tú y yo."
"Yo también iré" dijo la profesora Ana. "No voy a dejarlos solos."
Con precaución, los tres activaron las linternas de sus celulares y se acercaron a la puerta que conectaba a la sala del lado.
Cuando llegaron, el primero en actuar fue Alexander, quien giró la perilla y empujó lentamente la puerta.
Para su mala suerte, al enfocar su mirada hacia el frente, vieron algo que hizo que la sangre se les helara.
La ventana de la sala estaba rota. Y sobre el suelo, había huellas de algo que claramente no era humano.