Esas palabras parecían provocar a Song Yuanxi.
Sus dedos se cerraron en un puño apretado, y su mirada vacía se concentró mientras miraba a Mei Feng.
Sus labios estaban firmemente apretados.
Mei Feng suspiró aliviada al ver que la chica había reaccionado. Se apresuró a acercarse, se arrodilló frente a Song Yuanxi e intentó persuadirla. —Srta. Song, ¡no olvide cómo murió su hermano en ese entonces! ¿De verdad no va a vengarlo? ¿De verdad va a dejar que Shen Liangchuan y Qiao Lian vivan felices para siempre? ¿De verdad está dispuesta a hacer eso? —habló con mucho encanto y persuasión.
¿Estaba dispuesta?
Song Yuanxi frunció el ceño.
Sus ojos estaban clavados en Mei Feng.
Después de un momento, dijo sin prisa:
—¿Qué más puedo hacer?
Una sonrisa cruzó la cara de Mei Feng. —Al fin hablas.
La chica permanecía sin expresión.
Su figura frágil la hacía parecer como si en cualquier momento pudiera ser llevada por el viento.