—¡Qué alguien venga rápido! —gritó inmediatamente la doctora después de esquivar y bajar la cabeza.
Eve Thompson:
Una exclamación atrajo la atención de dos fornidos guardias de seguridad, quienes instantáneamente giraron sus cabezas para mirar.
Al ver a Eve Thompson, la rodearon con cautela.
Dándose cuenta de que era demasiado tarde, Eve se dirigió directamente a la habitación del hospital de Adrienne Dixon.
Los guardaespaldas también fueron rápidos, y la doctora de repente se giró y se aferró a su cintura:
—¡No vayas!
Eve Thompson podría liberarse, pero si lo hacía, los dos guardias estarían sobre ella, y no lograría entrar en la habitación del hospital en absoluto.
Por un momento, lamentó no haber traído un par de ayudantes.
¡Justo entonces!
Pasos pesados se oyeron desde la escalera y poco después, la puerta se abrió de golpe mientras Reginald Bates, con algunos hombres vestidos de civil, se precipitaban.
Eve Thompson sintió un torrente de alegría.