—Tienen diez segundos más para considerarlo —dijo el juez presidente.
Sin embargo, ninguno de los jurados levantó la mano nuevamente.
Eve Thompson sabía que la marea había cambiado.
La Inteligencia Artificial causando daño había intensificado la inquietud inherente de los humanos hacia las IA, empujándolos más hacia la resistencia.
Ella miró a Anthony Charlie.
Después de un momento, le movió ligeramente la cabeza en señal de negación.
Nadie la apoyaba, ni nadie entendía sus sentimientos por un robot...
Si 99 personas estaban en contra de mantenerlo, entonces el único apoyo de Anthony ya no servía de nada, e incluso traería repercusiones negativas para su compañía.
Así que Eve Thompson quería que Anthony Charlie bajara su mano.
La situación había sido definida; no había necesidad de sacrificar la reputación del Grupo Charlie, de hacer que compartiera la condena pública con ella.
Sin embargo, la mano de Anthony permaneció firmemente levantada, sin caer nunca.