Eve Thompson llegó al piso del departamento de pacientes internos, y justo cuando llegaba a la puerta de la sala, escuchó voces que venían desde dentro.
—Cuñada, soy la prima de Reginald Bates, Gina Roberts. Puedes llamarme simplemente Gina. Esta es mi hermana, Roland Roberts.
Era una voz delicada y hermosa, y mientras hablaba, no era muy segura. El tono llevaba un toque de coquetería, pero las palabras dichas eran bastante incómodas. —Nosotros dos, crecimos con el primo Reginald. Mi hermana y el primo Reginald eran un par hecho en el cielo desde niños. Solíamos jugar a la casita juntos, siempre haciéndolos actuar como los padres mientras yo jugaba a ser su hija, ¡jaja! Incluso los mayores en nuestra familia bromearían que cuando mi hermana creciera, ¡podría simplemente estar con el primo Reginald!
Las palabras llevaban un aire de superioridad, teñidas de arrogancia.
Otra voz, digna y elegante, la interrumpió. —Gina, no hables tonterías, esas son todas historias de la infancia.