Iris Thompson observaba seriamente el tablero de Go, con el ceño fruncido en contemplación sobre cada movimiento que las piezas de Roland Roberts hacían. ¿Cómo podría alguien que acaba de empezar a jugar al Go compararse con alguien que lo ha estudiado profesionalmente e incluso ha ganado muchos premios?
Con solo un par de docenas de piedras, Roland venció a Iris por completo.
Al ver cómo otra piedra blanca era capturada, con las piedras negras obteniendo una ventaja significativa, el abrazo de la frustración en el pecho de Roland finalmente encontró alivio.
Desde la infancia, Reginald Bates había amado jugar al Go.
Por eso empezó a aprender el juego e hizo de ello su misión para lograr algo en el Go —solo para, cuando crecieran, poder compartir un lenguaje común con Reginald.
Pero no había esperado...
Bajó los párpados, mirando el tablero, sin prisa.
Esta mujer realmente solo importaba porque tenía un hijo, y por eso Reginald, siendo responsable, la trataba tan bien.