—Eve Thompson: ¿?
—Henry Morgan: ¿?
Ambas personas dirigieron sus miradas hacia Violeta Taylor, solo para verla riendo tímidamente, verdaderamente como un sauce tierno en el viento, trágico y conmovedor, justo como una esposa abandonada suplicándole a su esposo que cambie de opinión.
Al mirar al Conde Hughes, se podía ver un destello de sorpresa en sus oscuras pupilas, pero al escuchar sus palabras, esa sorpresa cambió, mezclándose con muchas emociones complejas.
Él miró a Violeta Taylor, y después de un largo rato, dijo lentamente una palabra:
—Vale.
—Eve Thompson: ¡¡¡
—Henry Morgan: ...
Al ver a la pareja reconciliarse, Henry Morgan se sintió decepcionado. Solo pudo hablarle al Conde Hughes:
—Tú, si alguna vez tratas mal a Daisy Jade en el futuro, ¡no te dejaré pasar ni una!
El Conde Hughes bajó la cabeza, miró a Henry Morgan, que era cinco centímetros más bajo que él, y luego observó su propio cuerpo adecuadamente delgado y con algo de peso...