Wen Jingheng curvó sus labios en una sonrisa—No quería que te pusieras ansiosa esperando. Vamos, yo conduciré.
—Vale —dijo Hai Lan sonriendo y asintiendo con la cabeza.
Wen Jingheng incluso abrió especialmente la puerta del pasajero para Hai Lan, esperó a que ella entrara y luego cerró la puerta antes de caminar hacia el asiento del conductor.
Una vez que las puertas estuvieron todas cerradas, Wen Jingheng de repente atrajo a Hai Lan hacia él y besó su mejilla.
Si no fuera porque estaban en la entrada de la fiscalía y temiera ser visto, no habría podido resistirse a besar sus labios.
Pero no obstante, era mejor no hacerlo, en caso de que alguien los viera y les afectara negativamente...
De todos modos, Hai Lan entendió sus pensamientos, e incluso este beso suave la hizo muy feliz.
Aprietando su mano, Hai Lan se acomodó en su asiento con una sonrisa—Vamos. Primero, deberíamos comprar algo para el Abuelo.