Cuando Tang Mu terminó de bañarse, emergió como si fuera un loto surgiendo del agua.
Su rostro aún llevaba un leve rubor, habiendo escuchado toda la conversación entre Lin Dong y Su Mei.
Era como si ella le hubiera confesado su amor a Lin Dong.
Cuando Lin Dong miró a Tang Mu, no pudo evitar recordar las escenas de su pasado.
En la puerta de la escuela, debajo del árbol de alcanfor, su primer encuentro.
En aquel entonces, ambos, uno era un ingenuo chico de quince años, la otra, una floreciente chica de dieciséis.
Lin Dong, más bajo que Tang Mu en ese momento, estaba en la puerta de la escuela sosteniendo una bolsa de piel de serpiente, tímido y avergonzado.
Tang Mu le lanzó una sonrisa y preguntó —Compañero de clase, ¿tú también eres nuevo?
Lin Dong recordó la primera vez que vio a Tang Mu con un vestido de princesa, tan hermosa que se ruborizó al instante.
Asintió, sin decir una palabra.