Esa noche, Lin Dong y Tang Mu no dieron el paso final.
Pasaron más tiempo besándose, sintiendo el aliento del otro, saboreando el calor del otro.
Luego, susurraron esas dulzuras típicas entre enamorados.
En la habitación contigua, Li Qingcheng había estado escuchando todo el tiempo.
Pero, para su decepción,
no oyó nada.
—¿Qué está pasando? ¿Será que los dos realmente solo estaban durmiendo?
—¿O quizá, Tang Mu se contuvo porque sabía que yo estaba al lado?—Esta pregunta la preocupó toda la noche.
Tanto es así que cuando se despertó al día siguiente, tenía ojos de panda.
Temprano en la mañana, encontró a Tang Mu, la apartó y preguntó en voz baja:
—Mu, ¿qué pasó anoche? ¿No lo conquistaste?
Con la cara roja, Tang Mu negó con la cabeza:
—Hermana Qingcheng, solo dormimos anoche...
Li Qingcheng:
...
—Ah, Mu, ¿así que pasé toda la noche escuchando solamente tus ronquidos?
Tang Mu: ???
—¿Estuviste escuchando toda la noche?—La cara de Tang Mu se puso aún más roja.