Capítulo Trescientos Veinticuatro: La prima LOLITA
—Ah, Xenia, mi pequeña Xenia, ¡finalmente has llegado! Ven aquí, deja que tu madrina vea si has crecido... Justo cuando Basil Jaak y Xenia Wendleton salían de la salida del aeropuerto, una voz fuerte resonó en el hall. Allí, no muy lejos al frente del hall, estaban dos mujeres vestidas con ropas espléndidas. Una llevaba una blusa de seda colorida con el cabello recogido, dando la impresión de ser una dama adinerada. Parecía tener solo treinta y pocos años, un poco rellenita, y sonreía alegremente; Basil supuso que podría ser la madrina de Xenia. Al lado de la dama adinerada estaba una chica en sus veinte años, vestida con una camisa de manga larga y una cola de caballo, luciendo juvenil y bella, casi como una chica de diecisiete o dieciocho años, con una sonrisa brillante y alegre en su rostro—definitivamente una gran belleza.